—Ah, ¿pero alguien escribe los pódcast? Yo pensaba que los que hablan delante del micro lo hacen todo.
En la primera consulta me quedó claro que mi otorrino no escucha pódcast narrativos. Eso sí, el señor me atendió con mucha paciencia mientras yo le explicaba que llevaba dos semanas con un pitido intermitente en el oído y unas ganas enormes de silenciar el mundo. Cualquier ruido me dolía y eso no era compatible con mi trabajo (“Sí, sí, yo me dedico a escribirlos”).
Me exploró el oído, la garganta, hice la prueba de audición... No parecía nada grave. “Es que en las grandes ciudades vivimos rodeados de estímulos auditivos, demasiados”. Sus recomendaciones finales las veía venir incluso antes de entrar al hospital: escuchar por auriculares solo lo imprescindible, bajar el volumen —y no subirlo aún más para tapar el tráfico si voy por la calle—, y evitar “exposiciones prolongadas” a fuentes de ruido.
Mientras me pedía un análisis de sangre y un par de pruebas más, yo solo podía pensar en los viajes de trabajo que me esperaban en los próximos días. Largas idas y vueltas sin auriculares, es decir, sin pódcast ni música ni series. A solas con mis pensamientos.
Me pareció aterrador.
Por supuesto, a mi otorrino todo esto le trajo sin cuidado. Me extendió los volantes y siguió murmurando:
“Mucho ruido, mucho ruido”.
No supe si se refería al centro de Madrid o al interior de mi cabeza, pero salí de la consulta sabiendo que:
necesitaba unos buenos tapones para sobrevivir a la clase de spinning sin que el chunda chunda me agujereara el cráneo.
tenía que bajar el ritmo de escucha.
Ahora bien, si iba a pasar unos días sin dar play a mis podcasts de cabecera, ¿cómo podía compensarles? ¿Cómo contribuir a la conversación si no era con la escucha activa? Me acordé entonces de una cosa que le había leído a Jemma Rose Brown en Good Tape. En la entrevista comentaba esa sensación de vacío que puede experimentar quien acaba de estrenar un pódcast:
“I’ve talked to a lot of creators who have had an emotional drop-off after finishing a project and feeling like, ‘I can see the download numbers, but I just don’t feel like anyone is listening.’ (“He hablado con muchos creadores que han sufrido un bajón emocional tras terminar un proyecto y sentirse como ‘veo las cifras de descargas, pero no siento que nadie me escuche’.”).
Quizá esa era la solución… Estos días escucharía bastante menos de lo habitual pero, a cambio, me dedicaría a averiguar cómo decirle al creador que sí hay alguien al otro lado.
Eso es lo que he hecho.
Déjame guiarte por esta escalera del compromiso podcastero. Iremos peldaño a peldaño, de menos a más según el nivel de esfuerzo. Un camino de likes, DMs y… engagement.
1. En las plataformas de audio
Aquí empieza todo. Es lo más fácil porque, en teoría, no hace falta salir de la app donde escuchas.
Seguir un pódcast. Parece obvio, pero hasta que no se convierte en un hábito a veces una se olvida. Por ejemplo, yo he descubierto que por alguna extraña razón no seguía Articles of Interest y me he enterado de su vuelta por otro lado. Sospecho que mi mudanza a Pocket Casts no fue completa…
Dejar estrellitas. En apps como Spotify y Apple Podcasts puedes puntuar cada pódcast y eso no lleva ni tres segundos. En mi caso, en diez minutos ya había repartido cinco estrellas a todas mis escuchas recientes.
Escribir una reseña. Yo personalmente nunca he leído las reseñas para decidir si escucho o no un pódcast, pero como nos estamos ganando el algoritmo he reseñado como si no hubiera un mañana.
Comentar dentro de la plataforma. Desde hace un tiempo Spotify permite comentar episodios, aunque esté algo escondido. Los creadores pueden responder ahí mismo y puede surgir algo de interacción.
Todo esto no cambiará tu vida, pero sí puede mejorar la del pódcast. Al seguir un programa, no solo te llegan los nuevos episodios: también ayudas a que el algoritmo lo recomiende a más gente.
2. En las redes sociales
La cosa se pone un poco más social (y más visible).
Reaccionar y comentar publicaciones. ¿Qué decirte a estas alturas? Un corazón, un relámpago, un fueguito… O incluso meterle alguna palabra y un verbo para dejar un comentario. Cuesta poco y a quien lo recibe le hace ilusión.
Escribir por privado. Con lo fácil que es mandar un mensaje, localizar a alguien por Linkedin para felicitarlo o explayarse un poco más y enviar un correo, ¿por qué no lo hacemos más a menudo? Pues estos días lo he puesto en práctica y le he cogido el gusto.
Mundo newsletters. Estoy suscrita a muchos boletines sobre pódcast o de pódcast (los acabo de contar y en Substack me salen más de 30). Estos días los he seguido leyendo con avidez pero, además, si había una sola idea o un enlace que me interesara, le daba al ‘Me gusta’ sin dudarlo y también dejaba un comentario. A las newsletters que recibo directamente por mail, les he enviado un mensaje de vuelta.
3. En comunidades
Para quien tenga más curiosidad y quiera sentirse parte.
Grupos de Telegram o WhatsApp. Hay comunidades online donde se comentan episodios y se comparten lanzamientos. Algunas están vinculadas a un pódcast en concreto (dos en las que yo estoy: la de El Extraordinario y la de De eso no se habla). También hay grupos sobre el podcasting en general, por ejemplo el de Escucha Podcast y el de Peces fuera del agua (no conocía este último y ya me he sumado, ¡hay mucha actividad ahí dentro!).
Sesiones de escucha virtuales. Tal vez ha sido pura coincidencia o quizá estas dos semanas yo he prestado más atención y me he percatado de más convocatorias, pero en mi agenda no he dejado de apuntar encuentros. El problema es que me he perdido varios por estar viajando como un peonza o por el huso horario y la necesidad básica de dormir (en otro contexto podría haberla sacrificado). Por ejemplo, a raíz del estreno de la quinta edición de Audio Flux se celebró una sesión para escuchar las piezas que integran este nuevo circuito. Y la gente de Peces fuera del agua se juntó para comentar Necesito Poder Respirar: La vida de Jorge González.
Por donde sí pude pasarme fue por Cosas que me pasan y el club de escucha de Ana Ribera. El menú del día fue Canónicas y Constellation Prize. Yo llegué con los deberes a medio hacer (me acordé de cuando ibas al cole con el justificante médico en la mano para explicar por qué no habías hecho la tarea), pero me lo pasé muy bien escuchando todas las opiniones. Los que nos dedicamos a producir pódcast nos pasamos mucho tiempo pensando qué le parecerá al oyente lo que hemos hecho. Un club de escucha es como si nos dejaran echar un vistazo por una mirilla...
Suscripciones. Hace unos números te hablaba de Signal Hill, una “revista en audio” donde escuchar piezas sonoras con un espíritu quizá más artístico y menos narrativo. Justo estos días han hecho una campaña de financiación y ahí que he ido. La suscripción te da acceso a una newsletter especial y también debería llegarme una camiseta como agradecimiento (¡mi primer merchandising podcastero!). Una forma de apoyar su labor y acceder a más capas del proceso.
4. En el mundo analógico
Sesiones de escucha en vivo. Dos pódcast activos que en esos días en Madrid han organizando encuentros presenciales son De eso no se habla (Isabel Cadenas Cañón lo contaba en su entrevista) y El Extraordinario, que quiso celebrar el regreso de La historia es ayer (¡no recordaba cuánto echaba de menos esa asociación tan libre de ideas de Marcus H. y el resto del equipo!). Por supuesto, esto también me pilló yendo o volviendo de algún sitio, PERO confío en que estarán siendo buenas experiencias y repetirán en otras ciudades.
Tomar cafés y recomendar en persona. Otro nivel ✨
Estas son mis conclusiones
Después de recorrer este pequeño mapa de la interacción con los pódcast, ahí van las ideas finales:
1. Sí, lleva tiempo, es poco intuitivo y puede resultar incómodo
La mayoría de nosotros no hemos crecido interactuando con lo que escuchamos. La radio era algo que pasaba ahí, lejos, sin posibilidad de responder. Con los pódcast, a veces seguimos actuando de la misma manera: escuchamos en silencio, pasamos al siguiente, y ya.
Por mucho que Spotify esté haciendo algunos cambios en su app, salirse de esa comunicación unidireccional (comentando, recomendando, escribiendo…) requiere dar un pequeño salto. A menudo da vergüenza o pereza, yo misma me he sentido un poco stalker. Es normal. Pero también es un músculo: cuanto más lo usas, más natural se vuelve.
2. Hay más formas de comunicación de las que pensamos
No todo tiene que pasar por likes o estrellitas. Hay conversaciones que se dan en grupos de WhatsApp, en newsletters que llegan cada semana, en mensajes privados que se responden días después. Hay escucha compartida y escucha solitaria, pero en todas puede haber conexión.
Sí, cuesta comprometerse incluso con algo que nos gusta mucho (y ya ni hablamos si hay un pago de por medio). Pero cuando seguimos un boletín, apoyamos un proyecto o simplemente decimos aquí estoy, el ecosistema del audio crece un poco más. Y se hace más fuerte.
3. Hay vida fuera de las pantallas
¡Doy fe, la he visto! Cierto que desde un gran ciudad no tiene mérito alguno, pero a veces la semana se pone cuesta arriba y dejas de lado los espacios que alimentan esa curiosidad y las ganas de compartir.
Pueden ser momentos más o menos propicios, pero hay que buscarlos…
Para terminar…
Hoy, que no hay recomendaciones por motivos evidentes, quiero hablarte de un proyecto en el que estoy trabajando: Quásares: geografía emocional de pacientes oncológicos a través del arte. El objetivo que nos hemos propuesto es hacer un documental sonoro en el que los pacientes de cáncer cuenten sus vivencias y, sobre todo, las emociones que van sintiendo desde que son diagnosticados con la enfermedad. Ya hemos tenido los primeros encuentros y está siendo muy emotivo tener tiempo para escucharles antes de ni siquiera encender la grabadora.
Otra compañera que también participa en el proyecto es Adela por dios (@adelapordiosxd), una ilustradora que ya está trabajando con estos pacientes para realizar una serie de dibujos que hablen de la enfermedad con humor. Te avisaré cuando sean público, pero de momento te dejo con una de sus viñetas:
Ya sabes, a reaccionar y comentar lo que pase por tus oídos
Hasta la próxima,
Andrea
¿Quieres sugerirme algún pódcast o que aborde algún tema? Ponte en contacto conmigo. Puedes escribirme a: puntodeescucha@substack.com
Me llevo la tarea de participar más en ese feedback, y comienzo por acá, que de cada envío siempre aprendo o recuerdo algo.
Pues no te he escuchado esta vez, te he leído, y como siempre, me encanta *****