Sé que el verano comenzó hace justo un mes, pero te prometo que hasta hace unos pocos días no lo noté realmente. Sí, había gente del trabajo que empezaba a irse de vacaciones, las temperaturas se vinieron arriba y cada mañana tardaba menos de un minuto en decidir qué vestido plantarme y salir por la puerta, pero por lo demás mi día a día se mantenía igual. Fue entonces cuando encadené un par de escapadas y al volver a Madrid no sabía si guardar la maleta o dejarla en un rincón porque en tres días la necesitaría de nuevo. Ese es el tipo de incertidumbre que sienta bien.
Creo que ahí se abrió la puerta al desbarajuste y todo lo demás (rutinas, puntualidad, energía y planificación) se vino a pique. Pero lo hizo de una forma relajada y flexible. A estos cambios de horario y falta de sueño, mi forma de escuchar también ha sufrido un interesante desajuste. Se podría resumir en: menos dailys y menos actualidad, más rebuscar en el fondo de armario, más clickar porque sí en algo nuevo y más abandonar cualquier primer episodio que no me está convenciendo (yo lo siento, pero es difícil dar segundas oportunidades desde la línea 2 de metro a mitad de julio).
Siguiendo esta actitud de buscar lo que está fuera de temporada (como si en lugar de melones y cerezas, nos apeteciera hincharnos a higos y mandarinas), hoy destaco tres podcast de tiempo atrás y alguna reflexión a raíz de su escucha.
Una comparación, un conflicto
Siempre que le doy play a un episodio de This American Life temo que al otro lado no vaya a estar Ira Glass. El podcast lleva publicándose desde hace 28 años y su marcha sería comprensible si se produjera un día de estos. Pero… ¿Cómo se prescinde de una voz y una personalidad así de emblemática? ¿De qué forma dar el relevo y asegurar la esencia del programa?
Hace unos meses, en esta entrevista de Vulture, Glass reconocía que varias personas de su equipo van pasando frente al micrófono para que el día que él no esté (a ver, porque decida irse, no porque se muera) ya haya un/a host entrenado. En esta otra entrevista de The New Yorker, publicada a comienzos de mes, se muestra bastante sincero al poner en valor las historias que han publicado en esta temporada, las geniales pero también las no tan buenas:
On a good week, it’s super exciting, because it’s, like, Oh, we’re doing something that nobody else is. And then there are weeks where it’s, like, These are the [stories] we found, let’s make them the best we can. And those weeks are hard, because it takes just as much time to make a B-level show as it does to make an A-level show.
En estos años han hecho cientos de episodios, casi 900, y de vez en cuando aprovechan esa hemeroteca para volver a publicar alguno a modo de rerun, como dicen en inglés, una costumbre que, por cierto, también es muy veraniega. Hace poco recuperaron el 443, titulado Amusement Park (2011), sobre los parques de atracciones y las personas que trabajan en ellos. En el primer acto, Ira Glass habla con Cole, el encargado del departamento de juegos, un tipo que realmente disfruta de su trabajo. En el momento de la entrevista él tenía 25 años y llevaba trabajando allí desde los 14.
Hay dos cosas que me llamaron mucho la atención por lo sencillas que parecen y lo difícil que resulta verlas con claridad en tus propios guiones. La primera tiene que ver con la presentación del personaje. Ahí tenemos a Cole, alguien que se vuelca en motivar a sus empleados, incluso con iniciativas como la de dejarse tirar al estanque por el equipo que logre más visitas a sus atracciones.
Glass podría seguir contando mil anécdotas de este hombre y su filosofía de trabajo pero en su lugar ofrece una comparación que ahorra muchísimas palabras y que me parece más efectiva:
Ira Glass: I saw these videos, and all I could think of was, these people really love their jobs. And I thought about Michael Scott, the fictional boss on The Office.
Cole Lindbergh: I'd say that there's a lot of Michael Scott in this job. I'd say there's a lot of Michael Scott in me, probably. I do silly things that everybody looks at me later and go, why did he do that?
Vaaaale, ¡es un Michael Scott de la vida! Así entendemos de inmediato que Cole se desvive por su equipo, que es capaz de hacer el ridículo frente a ellos con tal de animarlos, que el cinismo no va con él, que a veces es un poco payaso pero que se mueve por las buenas intenciones y la ternura. Y todo así de rápido, con una comparación y una afirmación por parte del entrevistado.
El segundo aspecto que me gusta de este episodio es la “condensación del conflicto”, podríamos llamarlo así. A veces la gente no es nada interesante, pero según mi experiencia la que sí lo es, lo es por varias razones. Creo que con Cole pudo pasar algo parecido: quizá, a parte de su llamativo trabajo, tuvo una infancia de lo más singular o ha vivido una historia de amor maravillosa o tal vez le trasplantaron un riñón cuando tenía 16 años, no sé… Da igual. Esta es la historia de Cole-Michael-Scott, un hombre de 25 años que trabaja en un parque de atracciones o, lo que es lo mismo, que vive en un sueño de juventud y se pregunta por cuánto tiempo. Damos con el gran conflicto (y solo es uno):
Ira Glass: And as much as Cole loves this job, he can't help but wonder, how long can a person do this job?
Cole: So the one thing that I always say is, I'm 25 now. I started here when I was 14. And the weird thing is, is that I'm getting older, but everybody else in the department-- staying the same age.
De esta forma, poco a poco, se concreta el punto de fricción en lo que parecía un escenario idílico y a salvo de responsabilidades adultas. Ser jefe en un parque de atracciones para Cole es el trabajo perfecto, pero siente que tiene fecha de caducidad y toca aceptarlo:
Ira Glass: That's a weird fate-- to know that you're in the best job you may ever have at 25, especially when it's a job that you know in your heart-- it can't last.
Como extra, dado que el episodio fue realizado en 2011, han aprovechado esta segunda publicación para actualizar qué ha pasado con Cole durante este tiempo. La historia ya tiene un final, al menos de momento.
Un rostro, un recuerdo
Buscando una ficción llegué a People Who Knew Me (2023), basada en un libro de Kim Hooper, dirigida por Daniella Isaacs y producida por BBC Sounds. Cuenta la historia de una mujer que, aprovechando los atentados del 11S decidió desaparecer de Nueva York, hizo pensar a su marido y a su familia que había muerto en la torre norte y comenzó su nueva vida en Los Ángeles. Ahora, una enfermedad le obligará a reencontrarse con su pasado.
Como en las ficciones sonoras también hay dirección de casting (al menos en las yankees, las de altos presupuestos), nada más escuchar el primer episodio di por hecho que la elección de Rosamund Pike como protagonista no podía ser azarosa.
Ella es y será siempre el rostro de Perdida, aquella película dirigida por David Fincher en la que la protagonista también llegaba a fingir su propia desaparición (“Soy mucho más feliz ahora que estoy muerta”, decía Amy) y se acababa tiñéndose el pelo para pasar desapercibida… He ido escuchando el podcast sin dejar de recordar imágenes de Pike en una escena y otra.
Lo devoré en apenas tres días y solo porque quise dosificarlo y no escucharlo del tirón, que también se puede. Desde el principio maneja muy bien los saltos entre el pasado —con Emily en Nueva York y su vida casada— y el presente —llamándose Connie y con sus preocupaciones como madre—. El diseño de sonido es excelente, sobre todo porque hace que las voces estén realmente vivas y en distintos espacios (y no en un estudio fingiendo estar en otros sitios). Además de Rosamund Pike también participa Hugh Laurie, es decir, el doctor House:
Cuándo hablar y cuándo callar
Cuando terminé de escuchar Guantánamo, la nueva temporada de Serial, sentí un vacío al tener que despedirme de Sarah Koenig. Me duró poco porque pronto recordé que no había escuchado la temporada anterior —una absoluta negligencia por mi parte— y nos hemos vuelto a reencontrar gracias a este retrato que hicieron de un juzgado de Cleveland y, por extensión, del sistema judicial estadounidense. El cine de Frederick Wiseman hecho podcast.
Oh. Sí.
¿Sabes cuando te montas en un coche y lo conduce alguien sin experiencia? Y notas que va ahogando el motor, cambiando tarde de marchas y dando trompicones… Pues la forma de narrar de Koenig es todo lo contrario. Transmite seguridad, confianza, es melódica, tiene sentido del humor, y, marcha a marcha, pasa de encadenar varios minutos de monólogo a picar una entrevista en varios cortes para al final sumergirnos directamente en la escena de esa conversación. Y todo sin que nos demos cuenta.
Estas semanas, mientras la escuchaba, intentaba descifrar ese ritmo interno y entender el por qué de algunas decisiones: cuándo narrar tú misma y cuándo acudir al corte del entrevistado. Hay un clásico narrativo que dice “show, don’t tell” (“muéstralo, no lo digas”) pero Sarah Koenig no se rige por él. De hacerlo, Serial sería una interminable sucesión de personas hablando (piensa que solo para realizar Guantánamo han hablado con 100 fuentes). No, cuando deciden que escuchemos a alguien hablar es por algo. Esa voz siempre suma, no ser meramente expositiva.
En fin, es imposible escucharla y no perderle el miedo a narrar. Y lo digo sabiendo que hace unos meses mencionaba que uno de mis episodios favoritos era un monólogo sin narrador, pero qué quieres, Sarah Koenig me hace ser contradictoria.
Como guinda del pastel, te recomiendo este sketch que hicieron en Saturday Night Live en plena fiebre de Serial (2014), parodiando la voz y narración de Koenig.
Ronda relámpago
Me ha dado que pensar este artículo de The Podcast Host sobre cómo conseguir que nuevos oyentes se adentren al podcast: los que van de uno a otro ya están convencidos, ¿pero cómo llegar a quienes no han introducido en sus hábitos este nuevo formato? ¿De qué manera acercarnos a ese público potencial? ¿Y si estamos hablando solo para nosotros mismos en lugar de intentar romper ciertas barreras? Ups.
Seguro que este viernes más de uno pensó en La quiebra cuando el fallo de Microsoft colapsó bancos, aeropuertos y empresas a nivel mundial. Su creador José A. Pérez Ledo explica en esta entrevista de Bloguionistas algunas claves del género de la ficción sonora.
Si buscas series para el verano, en este episodio de Laboratorio de Investigación de Series hacen varias recomendaciones, algunas también fuera de temporada. Yo he escogido Dime que me quieres (2007) como mi apuesta estival.
En cuanto a libros, también sé por dónde comenzarán mis vacaciones: me espera la lectura de En las manos, el paraíso quema, de Pol Guasch. Junto a su publicación creó Paradís, un podcast de conversaciones literarias alrededor de esta novela, parece el complemento perfecto al libro.
Con esta entrada me despido hasta septiembre, espero que tengas un verano antijerárquico y paradisiaco como nos merecemos. ¡Nos leemos a la vuelta!
Andrea
¡Gracias por esto, Andrea!
A ti, ¡me alegra que te resulte útil!