Soniquetes: una invitación a escuchar de verdad
En estas sesiones colectivas, organizadas en Valencia cada dos meses, la gente se reúne alrededor del sonido
El jueves, cuando llego al Espai Llimera y Carys Wall, con su disimulado acento británico, me pregunta qué tal estoy, solo acierto a suspirar y soltar un “Mmm… Creo que necesito relajarme”. Mi cabeza todavía está en la reunión que acabo de tener, en lo que no he terminado de redactar en el AVE de camino a Valencia, y en los planes que debo cerrar al día siguiente antes de que el fin de semana me deje sin tiempo.
Pero Carys me sonríe y me da a entender que, si lo que necesito es deshacerme de ese agobio, entonces estoy en el lugar adecuado. Cojo mi entrada, pido una consumición y entro en la sala donde se va a celebrar Soniquetes, la sesión de escucha colectiva que Laura Romero Valldecabres y Carys organizan desde hace casi dos años en la capital del Turia. El espacio es amplio y acogedor. Me sorprende que, aunque todavía falten unos quince minutos para que dé comienzo, ya somos unos cuantos. El programa de esta noche se titula Made in Spain.
Unos días antes, en una videollamada, le había preguntado a Carys cuál había sido el origen del proyecto y qué tipo de audio cabe en Soniquetes… Quería saber qué podía esperar.
Todo surge a raíz del máster de Pódcast y Audio de Barreira, donde conocí a Laura y descubrimos que teníamos referencias en común. Mientras, yo veía por redes los proyectos de escucha colectiva que hay en Reino Unido (In the Dark, safe + sound, también hay otro en Glasgow…) y básicamente me estaba muriendo de FOMO. Le propuse a Laura si montábamos algo así en Valencia y fuimos adelante.
Sobre la programación, nos gusta bastante la descripción de radio art y ahí cabe audio experimental, paisajes sonoros, ficción sonora, documentales… Lo que no ponemos son conversacionales. Nuestro objetivo es que la gente que venga descubra audio que no va a encontrar necesariamente en Spotify. Al seleccionar las obras, el criterio principal es que usen el sonido de una manera interesante.
Cuando Carys y Laura se suben a la pequeña tarima para presentar el sesión, nos invitan a romper el hielo y a presentarnos entre nosotros. Sí, da un poco de corte, pero a la derecha lo tengo fácil: en el sofá está Xavi (Martínez), productor de pódcast al que conozco de otros eventos y foros; a mi izquierda está Álvaro, esta es su primera vez en una sesión de este tipo, no se dedica al mundo del audio y, sorprendentemente, me dice que no suele escuchar pódcast de manera habitual. Carys ya me había adelantado que el público de Soniquetes es muy variado…
No solo vienen personas que trabajan en audio o que son audiophiles, también se acercan personas que ni siquiera tienen un trabajo relacionado directamente con la creatividad o la cultura: han venido ingenieros, taxistas, desarrolladores web… ¡Incluso hay muchas personas que ni siquiera escuchan pódcast! Siempre flipo con eso. Creo que si vienes y te dejas llevar, te podría gustar, pero también tenemos claro que Soniquetes no es para todo el mundo y no pasa nada.
En las distintas mesas hay una copia del programa: un mapa de España en el que se señalan las piezas que escucharemos a continuación. Laura y Carys se van turnando para presentarlas de viva voz y sus palabras sirven no solo como contexto informativo (autoría, duración) sino también como preparación sensorial... Han bajado la luz y, en cuanta le den al play, también se apaga el flexo. Ya solo nos alumbran las velas.
La primera pieza, Advertencia, de Alessandro Bosetti, está basada en el silbo gomero, ese lenguaje donde los sonidos vocalizados se sustituyen por silbidos; es una pieza paradójicamente hablada, pero que también podría considerarse musical.
Al comenzar a escucharla pienso que, si al cine de vanguardia a veces lo definimos como una manera de “lavarse los ojos”, el audio experimental también tiene ese poder de resetearte los oídos. Advertencia me sirve para dejar ir lo que se ha quedado fuera de la sala (tareas y llamadas pendientes, pero también ruidos y el brillo del móvil). Cierro los ojos y empiezo a afinarme con el lugar y con las personas que tengo al lado.
Esto último lo noto especialmente cuando llega el turno de Creando un monstruo, parte de un episodio de Radio Ambulante publicado en 2018. Su autor, Santiago Roncagliolo, cuenta que, gracias a su hijo pequeño, él ha afrontado sus miedos, lo explica con humor y ternura y, aunque solo hable Santiago, en realidad hay varias voces y registros... Álvaro a mi izquierda se ríe. Nos reímos.
Daba por hecho que en un club de escucha lo que más me llamaría la atención sería el diseño sonoro, la construcción por capas de las piezas (justo eso percibo en La visita, de Soledad Ruiz), pero no había caído en que aquí las voces también se escuchan diferente. De manera más clara, más directa, con otra fuerza.
Con My Flamenco Ancestor, realizada por Carys, se introduce el inglés y viajamos a Granada. La pieza tiene su punto de partida en una vista de los Lumière filmada en París en 1900, pero cuestiona la interpretación original: no es el Maestro Otero el protagonista, sino el bailaor (negro) Jacinto Padilla.
De momento, ya hemos estado en Canarias, Cataluña, Madrid y Andalucía. A continuación, nos entregan una hoja con un texto traducido del euskera al español. Es el turno de Mare, de Inko Martín y y Maider Uriarte, que nos conduce al fondo del mar para descubrir la vida oceánica.
De cara a las dos últimas piezas me tumbo en el suelo, sobre la alfombra acolchada (“Si he venido a Valencia es para vivir la full experience”, me digo). Y eso ya es otro nivel. Quizá por esa posición horizontal, Cascabullos, de Susana Jiménez Carmona, me conecta aún más con la tierra de la dehesa salmantina, con las piedras y las hormigas que viven bajo ellas, con los grillos y el sonido de las bellotas.
Cierra la sesión un fragmento de un pódcast sobre Valencia y en valenciano, Els penúltims, de Rondalles de No-ficció, dirigido por Mateo Martínez Monfort. Es el retrato de un barrio en peligro de gentrificación, con las voces de sus vecinos y el vínculo que tienen con esas calles; también con el sonido de sus espacios, de su rutina y de su historia.
En total, 7 piezas en 5 idiomas diferentes…
Sería muy fácil hacer todo el evento con paisajes sonoros o con piezas en inglés, pero queremos tejer vínculos y promover artistas independientes y locales, así que el 40% del evento tiene que estar hablado en castellano o valenciano. Es nuestro compromiso.
¿Dónde buscamos esas piezas? Pues entre los palmarés de premios, webs de artistas, SoundCloud, en Radio Atlas… Nos llegan recomendaciones de amigos y también de la gente que viene a nuestros eventos.
Es cierto que las duraciones a veces nos limitan. Sin duda, preferimos poner la pieza entera porque es como el artista la concibió, pero a veces tenemos que poner fragmentos. Hay cosas buenísimas que nunca hemos podido incluir hasta ahora. Por ejemplo, soy muy fan de (De eso no se habla), pero los episodios son muy largos y poner un fragmento de una propuesta tan narrativa, que cuenta una historia, puede restarle sentido. Hasta ahora, la pieza más corta ha sido de un minuto y la más larga de 27.
Al terminar la sesión, me siento más despierta, más tranquila, más inspirada. He disfrutado con la variedad de las propuestas y de los ritmos; también con ese pequeño desafío que supone sentarse a escuchar de verdad. Y eso que en mi día a día escucho mucho, y a menudo con el modo analítico activado, pero esto no tiene nada que ver. Aquí hemos prestado atención solo a estas piezas, a nada más. Han estado en primer plano. Y resulta que la quietud, el silencio y la oscuridad le sientan muy bien al sonido.
Me despido de Laura y Carys. Cruzamos unas reflexiones en voz alta y les pregunto cómo imaginan el futuro de Soniquetes…
Hay algo que me gusta mucho del ritual de ir al cine: desplazarte y acudir a una convocatoria para estar frente a una pantalla junto a un grupo de desconocidos. Soniquetes me ha parecido un ejemplo de que el audio también tiene ese poder de comunión…
Sí, escuchas reír o ves llorar a la persona que está a tu lado… Esa mezcla te conecta con la gente en la sala y también con el audio. Las emociones se amplifican. Y luego está la presión social de no mirar el móvil, ¡eso siempre ayuda! Ten en cuenta que solo hacemos una sesión con cada grupo de piezas, así que si estás ahí, vas a poder escucharlas. Si no, pues te las pierdes.
Proponéis escuchar juntos y no hacer nada más, cuando normalmente la gran ventaja del formato sonoro que solemos destacar es la del multitasking (es decir, escucha donde quieras y haciendo lo que tú quieras). En cambio, aquí esa idea de productividad se queda fuera…
La escucha con atención es un músculo que tienes que ir entrenando. Estar en una sala sin estar pendiente de las notificaciones, escuchando audio que a veces puede ser complicado, abstracto, que requiere atención… ¡No estamos acostumbrados a eso! Pero en general nuestro público es bastante fiel y, según pasan las sesiones, notamos que la gente está más cómoda, que podemos ir incluyendo cosas más desafiantes.
Piensa que escuchar un paisaje sonoro puede ser una experiencia meditativa; o en una historia puedes notarte enganchado a cada momento; o quizá luego hay una pieza que te aburre y con la que vas conectando poco a poco... La idea es que cada evento sea un viaje sonoro. Siempre buscamos tener un equilibrio entre historias más accesibles y piezas más abstractas.
Es habitual que al inicio de una pieza los propios creadores animen al oyente a escuchar con auriculares, pero muchas veces no lo hacemos así. Escuchamos pódcast puestos de fondo y en esas condiciones es difícil apreciar su diseño sonoro. Pero en Soniquetes la densidad del sonido se hace ‘presente’.
Precisamente por eso, desde el principio buscamos un sitio con buena acústica. No queríamos estar en un bar donde la gente podía estar entrando y saliendo, hablando en voz alta… Queríamos un entorno más controlado acústicamente para que la gente no se pudiera distraer. En esta sala y con los altavoces puedes percibir la diferencia entre el canal izquierdo y el derecho, sigue habiendo ese elemento espacial que tienes con los auriculares.
Las piezas que programamos no las apreciarías de la misma manera si las escucharas en el bus o fregando los platos. Porque requieren más atención y mejores condiciones.
¿Y qué os gustaría que pasara con el proyecto en el futuro? ¿Es muy ambicioso pensarlo como un Audio Flux donde tener convocatoria para que creadores piensen piezas para Soniquetes?
Ya hemos recibido alguna pieza y eso nos encanta. De momento no sacamos beneficio, cobramos entrada pero es para cubrir los costes. Sería genial tener un patrocinador o una beca porque con ese dinero pagaríamos a los artistas. Ahora pedimos su permiso, pero no les podemos pagar. Y sí, claro, si tuviéramos presupuesto nos gustaría hacer una convocatoria abierta, que artistas locales desarrollaran piezas para Soniquetes. Eso sería un sueño.
¿Conoces algún otro club de escucha? Por si te interesa, en Madrid hay una cita mensual con Miguel Álvarez-Fernández y Relatos del Ruido en Cineteca Madrid. Y la AMEE (Asociación de Música Electroacústica de España) ha organizado alguna sesión en el Círculo de Bellas Artes. En modo online, Ana Ribera en Cosas que (me) pasan celebra uno el último domingo de cada mes.
~patrocinado~
Tengo un amigo que siempre me pregunta qué estoy leyendo, y nunca logro sorprenderlo. Puede ser una novela, un ensayo o una biografía, pero él ya sabe que rara vez será algo anterior a 1980. Me cuesta salir de lo contemporáneo y culpo de ello a los suplementos culturales, que saben venderme muy bien las novedades.
Escuchar Clásicos con altura me ha servido de recordatorio. Este videopodcast de la editorial Alma, producido por Ekos Media y financiado por la Unión Europea – Next Generation EU, está presentado por Patricia Fernández. En cada episodio se revisitan grandes obras con invitadas que conectan esas tramas clásicas con el presente. Por ejemplo, El retrato de Dorian Gray se refleja en el culto a la belleza en redes; Emma Bovary nos recuerda el mito del amor romántico con el que muchas crecimos; y las hermanas March de Mujercitas prueban que el feminismo tiene historia.
Son conversaciones —como diría Patricia— con “cero unidades” de solemnidad y con muchas ganas de acercarse al público joven, incluso a quienes, en su día, se saltaron algunas lecturas imprescindibles (🙋🏻).
Ronda de recomendaciones
Fuera del Radar, el pódcast insignia de los regionales de Vocento, ha regresado con su séptima temporada. En el episodio Dr. Seijas y Mr. Wine conocemos a Daniel, un sumiller de elBulli cuya vida gira en torno al vino (sus sueños pero también su autodestrucción). Una historia que define a la perfección el concepto narrativo de ‘paradoja’. Carlos G. Fernández firma el episodio y la voz de José Ángel Esteban continúa acompañando cada aventura.
No sé en otros países, pero en España hablamos poco de dinero (de cuánto cobras, cuánto pagas de alquiler, cuánto ahorras…), por eso me llamó la atención este pódcast que aquí intuyo sería más complicado de sacar adelante. Con un planteamiento narrativo, en What We Spend personas de la calle comparten sus finanzas y lo que les preocupa, desde la deuda estudiantil (escandaloso) hasta los gastos que implica tener un hijo. Durante una semana y a modo de diario, se graban resumiendo los gastos de la jornada y en esas observaciones se cuelan asuntos como la condición de clase, las creencias heredadas y las presiones sociales.
En español y en formato conversacional está El pódcast de final de mes, un branded presentado con Miki Núñez que también invita a charlar sobre dinero pero lo hace con personajes reconocidos. Claro, si tú y yo comparamos nuestros ingresos con los de Laura Escanes…
Supongo que todos entramos en la facultad de periodismo aspirando a dar grandes exclusivas, destapar casos de corrupción o tumbar gobiernos. Vaya, lo que es informar sobre temas serios, “news-news”, como dice Todd Bookman en el primer episodio de The Final Days of Sgt. Tibbs. Seguro que este periodista de la NHPR no se imaginaba que un día iba a acabar dedicándole un pódcast a un gato. Sí, la premisa es que Sgt. Tibbs se pierde por el barrio y su dueña se preocupa, pero a partir de ahí se desata un conflicto entre vecinos, con acusaciones, tensiones raciales y una guerra en las redes. El modo de narrar de Bookman es muy transparente y pegado a los hechos, como si fuera razonando ante nosotros la lógica de lo que sucede. Al igual que existe lo kafkiano, Samantha Hodder ha bautizado este estilo como glassiano (por Ira Glass).
Imagina que te pasas casi cinco años trabajando en un documental tan ambicioso cuyo montaje se acerca a las 9 horas y que, en el momento de mostrarlo, tu productora ve que has descubierto algo que no le gusta y te cancela el contrato. Lo guarda en un cajón y nadie lo verá jamás. Es lo que le ha ocurrido a Ezra Edelman después de que Netflix cancelara el documental sobre Prince que él ya había rodado. El director se ha pasado por Pablo Torre Finds Out para contar qué ocurre cuando otros tienen el poder de decidir si retratas a un mito o a una persona (con su lado oscuro). Aún está por resolver esa intersección entre el periodismo y el entretenimiento.
He recuperado Hundido, una producción de Anfibia Podcast de 2023 que tenía sin escuchar. Cuenta la historia del submarino argentino ARA San Juan que desapareció en noviembre de 2017 con 44 personas a bordo. Son cinco episodios cortos (siempre te dejan con ganas de escuchar más) narrados de manera muy neutral pero con un tono muy evocador en las intros sobre lo insondable que es el océano. Los dos últimos capítulos, sobre cómo se lleva a cabo una búsqueda de este tipo, me resultaron muy interesantes.
Para terminar, dos artículos de corte académico. El primero es de Soledad Ruíz Hernández y trata sobre la dificultad de la ficción sonora para emanciparse de la palabra y del imaginario audiovisual. Se pregunta por qué no hay más ficciones que apuesten por experimentar con el sonido y se acerquen así al arte radiofónico. Una de sus respuestas (cuidar el acto de la escucha) tiene mucho que ver con lo que me encontré en Soniquetes…¡Normal que una de sus piezas formara parte de la sesión!
El segundo es de Julia Barton y en él regresa a los años 40 y 50 para recordarnos que el enfrentamiento entre audio y vídeo ya se dio hace décadas, cuando la televisión entró en el salón de cada casa y la radio se vio desbancada. Muy a favor de mirar atrás por si ayuda a entender lo que pasa hoy.
No ficción y audiovisual
Un apunte más al margen de lo sonoro. En la sección Op-Docs de The New York Times siempre hay algo estimulante. Por ejemplo, View From the Floor, un corto de animación en el que Mindie Lind, persona con discapacidad, cuenta su experiencia al ser retratada constantemente por los medios como alguien ‘inspirador’ (#InspirationalPorn). Y otro que te recomiendo es Christmas, Every Day, sobre el día a día de dos niñas de Alabama que son influencers de belleza... Vaya, como si a Adolescence le añadiéramos una píldora de no ficción.
Ya estoy preparando la próxima entrega. Suscríbete para recibirla, que va a estar guay.
Hasta la próxima,
Andrea
Si quieres sugerirme algún pódcast o que aborde algún tema, ¡ponte en contacto conmigo! Puedes escribirme a: puntodeescucha@substack.com
Muchas gracias!! Me quedo sin palabras.. es una reflexión tan bonita.
Me has dado envidia con Soniquetes. Tengo muchas ganas de ir pero poco tiempo. Bueno, y ya sabes que yo tengo un club de escucha. No de escuchar juntos pero si de comentar juntos. Conéctate un día y lo pruebas. Te invito