Aquel detalle resplandeciente
Esas veces en las que todo cobra sentido, aunque sea sin buscarlo
Hace unos días, para una clase de podcasting, recuperé los principios que Bobette Buster incluye en su decálogo sobre narrativa. Este es uno de ellos:
“Elige un momento o un objeto cotidiano y conviértelo en un detalle resplandeciente que recoja y encarne la esencia de lo que estás contando. Convierte lo ordinario en extraordinario”
Los diez puntos están reunidos en Storytelling. Cómo contar tu historia para que el mundo quiera escucharla, un libro con un título algo simplista, pero bastante útil para ojear una vez al año y volver a recordar lo esencial, esas cosas que nunca mencionas por su nombre (jamás al leer un guion he soltado: “Uy, ¡pero no tiene detalle resplandeciente!”, imagínate el grado de vergüenza) y, sin embargo, cuando las tienes delante, no puedes evitar asombrarte.
¿A qué se refiere con eso del ‘detalle resplandeciente’? Yo lo entiendo como un chispazo de conexión y su forma puede ser variada: una imagen, un gesto, una palabra, un objeto, una casualidad, una paradoja… Algo que, lejos de lo calculado, aparece para representar la auténtica verdad de lo que ahí se está contando. Un fogonazo que ilustra el porqué de todo aquello, condensa la esencia misma de la historia. Buster lo define como un ‘momento “Ajá”.’
Conviene aclarar que cualquier espectador y oyente puede detectar los detalles resplandecientes prefabricados, los que son sacados de un laboratorio para ser incluidos en una película de Anne Hathaway (lo siento, Anne, pero menudo chasco La idea de ti). No, no, los verdaderos detalles resplandecientes se distinguen de los plasticosos y necesitan a un buen narrador al lado para que sepa tratarlos como se merecen.
Quizá porque el libro había vuelto a mis manos unos días antes, esta semana me he encontrado dos.
💫 Una botella de agua
A Jerrod Carmichael lo conocí gracias a Rothaniel, el especial de stand-up que hizo para HBO en 2022. Aquello era un monólogo pero al mismo tiempo parecía todo lo contrario: sentado en mitad de un escenario oscuro (el del legendario Blue Note, ni más ni menos), Jerrod dejaba a un lado los chistes y las rutinas cómicas para hacer de aquel lugar algo más parecido a un confesionario.
En hora y medio compartió varios secretos con el público, el mayor de ellos fue su homosexualidad. Salió del armario frente a un grupo reducido de personas y expuso la problemática que eso traía consigo, al ser un hombre negro criado en una familia tradicional y creyente. Con esa decisión, Jerrod dejaba claro que, para él, el escenario no era un sitio solo para hacer comedia sino también para buscar una intimidad con el público, para ‘jugársela’ de algún modo. Para exponerse y cuestionarse. ¿Para exhibirse?
Todo eso sigue estando en Jerrod Carmichael: Reality Show, la serie de comedia que acaba de estrenar en HBO Max y cuyo título describe solo el punto de partida. Unas cuantas cámaras le siguen por su lujoso apartamento de Nueva York mientras se prepara para asistir a los Emmy, también le vemos recibir a sus ligues de Grindr y engañar a su pareja, escuchamos cómo un amigo le acusa de ser un tipo de lo más condescendiente, y asistimos a una tensa charla con sus padres cuya homofobia les impide aceptar a su hijo tal y como es. Es decir, se ven sus cosas buenas y sus cosas malas. Pero sobre todo se ponen en escena: se hablan, se discuten frente a frente, o bien Jerrod las cuenta en forma de monólogo. Esto no es nada malo, pero al confiar tanto en la palabra queda más al descubierto esa tentativa de guion que en la telerrealidad suele estar más disimulada.
En muchas de las reseñas que he leído sobre la serie se subraya de manera incansable el atrevimiento de Carmichael por mostrarse así (pues eso: un hombre infiel, con ciertos aires de superioridad, con mommy issues…), pero es como si se hubieran quedado en el minuto diez de cada episodio. La línea narrativa es tan clara y eficaz que lo que Carmichael termina siendo es un hombre dialogante, arrepentido, en contacto con sus emociones, alguien que se redime, que quiere hacer las cosas mejor, que rectifica, que lucha, que es humano. ¿Quién no quisiera tener un reality show para presentarse así?!
Pero vayamos al momento resplandeciente, que tal vez pensabas que me había olvidado... En una de las escenas, la pareja y un grupo de amigos se detienen en una hamburguesería. Cuando están decidiendo qué comer, el novio de Jerrod le pregunta si puede pedirle una botella de agua. Pero Jerrod no le hace caso, no retiene esa información. Se lo pregunta más adelante, pero el cómico lo vuelve a olvidar. Todos abandonan el local, Jerrod el primero, y a Mike no le queda otra que acercarse a la barra a por su botella de agua. “Ay, es verdad, perdona”, le dice Jerrod saliendo ya por la puerta.
No sé si te parecerá una tontería, pero ese para mí fue un momento “Ajá". Pensé:
“Vaaale, ahora entiendo qué tipo de persona es, esa que si paras en una gasolinera y le pides que te traiga una botella de agua nunca se va a acordar, pero sí comprará sus regalices y su Coca Cola Zero. Ok, ok”.
Fue ese pequeño descuido lo que me hizo entender realmente su personalidad, aunque el mismo Carmichael se presente como un mal compañero en la escena anterior. Porque una cosa es gritarlo a los cuatro vientos mientras seduces a la cámara con una dentadura perfecta y otra es olvidar una maldita botella de agua para tu novio sediento.
Si lo piensas, que ese momento resplandeciente esté ahí y que no se cayera en el montaje también es algo llamativo. Fue recogido por las cámaras, pero el propio Jerrod supo valorar lo que ese gesto aportaba, a pesar de las conclusiones que se extraían de él.
En este episodio de Talk Easy with Sam Fragoso, el humorista cuenta que, para él, ningún actor debe ser productor de sus propias películas o series para evitar ese conflicto de intereses en la sala de montaje. “Pero tú eres productor ejecutivo de esta serie”, le responde el periodista... Bueno, es que así es Jerrod Carmichael.
💫Y Zoom congeló la imagen
Yo, que he regalado varias copias de Éramos unos niños, corrí a escuchar este episodio de Wiser Than Me para disfrutar de la conversación entre Julia Louis-Dreyfus y Patti Smith. Ya solo por los primeros minutos, en los que la actriz de Seinfeld recuerda de forma cariñosa a una amiga que ha fallecido recientemente, merece la pena escucharlo.
Comenzada ya la entrevista, ocurren fallos técnicos desde el principio y la propia Julia lo avisa off the record: Patti y ella están hablando por Zoom y a veces la imagen se queda congelada o la comunicación se entrecorta, obligando a las dos a retomar la charla minutos después y arrancar de nuevo la conversación. Es decir, un fastidio. La primera vez que sucede es una anécdota graciosa; la segunda vez te pone en valor la paciencia de la invitada; y la tercera me hizo pensar si no habría sido mejor que editaran todo aquello para ahorrarnos tanta interrupción.
Pero es que sucede una cuarta vez (!) y es ahí donde cobra sentido que lo hayan mantenido tal cual: en la recta final Patti accede a cantar una canción que había compuesto para su gran amigo Robert Mapplethorpe. En mitad de ese momento, la imagen vuelve a fallar pero Patti sigue cantando frente a un fotograma congelado de Julia y mirándola fijamente en los últimos acordes. Como esto no es un videopodcast, todo está en la mente del oyente, en imaginar cómo de emocionada debía estar Julia Louis-Dreyfus para que, al terminar, Patti Smith le dijera:
“Oh my Gosh. I looked just straight in your eyes at the end and I really saw all of you. What a beautiful person you are, really”.
La despedida entre las dos, mútuamente agradecidas, te hace sentir partícipe de esa recién estrenada complicidad. Un momento sincero y divertido que has presenciado a través de sus voces.
Vídeo, literalidad y formación
Sobre esto de escuchar sin ver. Relacionado con lo ocurrido entre Julia y Patti, en este episodio de Power User with Taylor Lorenz comentan cuáles son las últimas tendencias entre audio y video: Youtube, TikTok, videopodcasts… Y la relación que se establece entre unos y otros cuando hay imagen de por medio: “Creo que cuando estás mirando a alguien, el vínculo es menor. Estás tan distraído y asimilando todos esos estímulos que realmente no estás concentrado de la misma manera que cuando simplemente estás escuchando la voz de alguien. Eso te da más espacio para procesar realmente lo que dicen”.
Basado en hechos reales. Berta Prieto Carrasco ha escrito esta interesante columna en El País sobre cómo cada vez parece haber menos espacio para las narrativas que desafían cierta verosimilitud. ¿Le gustaría a ella el relity show de Jerrod Carmichael? Yo creo que sí.
Paseos sonoros. En La Casa Encendida continúan organizando actividades en torno al sonido dentro del ciclo Ecología de la escucha, coordinado por Pablo Sanz. En mayo es el turno de Soundwalking. Taller de paseos sonoros y audio geolocalizado.
Estación Podcast. Entre el 21 y el 25 de mayo se celebrará la nueva edición de este festival en Madrid, aunque varias actividades se podrán seguir por su canal de Youtube. Mis compañeros de ABC y yo estaremos charlando sobre cómo hemos hecho el podcast Los expulsados del paraíso. Eso será el jueves 23 a las 19h en el Círculo de Bellas Artes. La programación es tan amplia que me da pena no poder ir a todo.
¡Hasta la próxima! 🎧
Andrea
He descubierto el curso de Paseos Sonoros gracias a tu newsletter y lo estoy haciendo! Gracias Andrea!!!
Andrea, me ha gustado mucho esta edición de Punto de escucha. Quería decírtelo porque sé la ilusión que hace.